'Los Renegados del diablo'

El cine de la última década se ha alimentado sin ningún tipo de prejuicio de los muchos aciertos que ha mostrado Tarantino a lo largo de su carrera. Son solo cinco películas y algún que otro trabajillo especial (Four Rooms y su participación en Sin City entre otras), pero son suficientes para revelar un nuevo paradigma cinematográfico tan fértil como imitado. Esto es la apropiación de códigos estilísticos y temáticos del cine de serie B de los 60,70 y 80 para su reciclaje en un cine comercial y de autor.

No se trata de que la gente se dedique a imitar a Tarantino porque sí, sino que la industria ha encontrado un hueco para aquellos que usen ese tono similar (en ocasiones idéntico) y que puedan generar beneficios en taquilla. Si no fuera así, otro gallo cantaría.

Y, en mi opinión, el mejor director post-Tarantino, el más sincero y también el más original es Rob Zombie. Con solo tres películas ha mostrado un crecimiento espectacular desde el más absoluto tedio (La casa de los 1000 cadaveres) hasta el cine de terror más sobrio y responsable (Halloween, el origen del mal) pasando por la que considero una obra maestra del lenguaje cinematográfico (Los renegados del diablo).

A pesar de que, como he comentado antes, Zombie no tendría hoy nada que hacer sin la presencia de Tarantino, le admiro por demostrar que tiene sus propios referentes. Los homenajes al western, las road-movies y al cine de terror de los 70 siguen ahí, pero aderezados con un bizarro sentido del humor de lo más pop y personal.

Las secuelas del cine de terror suelen palidecer al lado de las primeras partes. Su principal problema es que toman la película madre como un tótem intocable sobre el que se puede trabajar pero que no se debe discutir. De esta manera las tramas se bifurcan en subtemas que no afecten a la coherencia de la primera y se convierten casi siempre en paródias. Y no me refiero a una parodia en un sentido peyorativo por mi parte, sino al pretendido tono de comedieta que podemos ver en Saws, Matanzas de Texas, Pesadillas en Elm Street, Viernes 13, Chicos del Maíz, Cementerios vivientes...

Rob Zombie no renuncia a ese humor que, de hecho, ya tenía la primera parte pero se arriesga y (al cesar lo que es del cesar) en vez de encauzar su segunda película por un camino seguro, dinamita todo lo preestablecido. Los Renegados del Diablo cuestiona La casa de los 1000 cadaveres, hace desaparecer personajes, mata a otros antes de los créditos, se inventa tramas que no tienen ninguna lógica con lo contado antes y da a los protagonistas roles distintos de los esperados. Y hablando de humor y de referencias de lo más variopintas, me jugaría una semanada a que el chiste de los helados proviene del homenaje de Los Simpson a La matanza de texas de Hooper.

Estoy seguro que a estas alturas muchos diréis “¿a qué viene hablar tanto de una peli que la mayoría considera mala malísima? (incluso los seguidores de La casa de los 1.000 cadaveres). Pues la razón es que, según mi punto de vista, Rob Zombie demuestra un salto madurativo espectacular en algunos aspectos:

El primero, y más claro es la responsabilidad que parece tomar en este nuevo trabajo. No se trata de una tontería más sino de una película con la voluntad de perdurar en el tiempo. De ahí que escaseen las amputaciones sangrientas y las mutaciones previas y que sean substituidas por agresiones más creíbles como puñaladas, disparos, puñetazos...

El segundo punto es su factura técnica, simplemente perfecta. El uso del maquillaje, la fotografía y los peinados es no solo técnicamente impresionante sino que ayuda a perfilar los personajes y dotarles de una mayor personalidad. Me refiero a la dentadura de Sid Haig, a la (impresionante) definición de imagen y a los juegos de texturas fílmicas, al pelo súcio y asqueroso que le oculta la mirada a Bill Moseley o como se pega la sangre al cuerpo de Sheryl Moon Zombie.

Y el tercero, el más importante, es que todo forma parte de un producto muy personal y, sobre todo, arriesgado. Y sin riesgo no hay gloria, por que King Kong seguirá siendo basura por mucho que tenga unos efectos especiales que quiten el hipo. Ya habíamos visto cientos de veces planos a cámara lenta o esas ralentizaciones que congelan un plano (habitualmente para poner un rótulo debajo). Todo el mundo los usa porqué mola ser guay, pero parece que Zombie es el único que consigue hacer que impresionen y que parezcan nuevas.

Lo mejor: el riesgo de mostrar a los asesinos como héroes románticos
Lo peor: un sentido del humor con el que no siempre coincido. Y la actuación de Forsythe

Y de regalo, un videoclip de Zombie que ya demostraba hace tiempo cuales eran sus mitos


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