Es curioso recuperar una película como Scanners en un momento en que la industria cinematográfica parece rendida al mundo del cómic. No pasa una semana sin que se estrene o se anuncie una producción basada en alguno de los muchos superheroes salidos de las páginas de Marvel o DC. Además, Hollywood se inventa nuevos superpoderosos durante la marcha ofreciendo productos como Los increíbles o Hancock que ahondan aún más en la mitología i características de estos superhombres.
Si observamos Scanners bajo este prisma no será difícil encontrar muchas similitudes entre el retrato que ofrece de sus personajes y muchos de los héroes cinematográficos de hoy. La última tendencia en este (sub)género es la de mostrar los dilemas y dificultades que azotan a sus protagonistas. Lo mismo sucede aquí. Dos bandos enfrentados, un hombre que acaba de descubrir sus poderes (o por lo menos como usarlos) al que de pronto se le aparta la venda de los ojos y puede ver un mundo oculto bajo la superficie de nuestra sociedad. Los mismos dilemas de siempre: ¿quién soy? ¿como convivir con este poder? ¿qué limites y responsabilidades conlleva?
Esta película me ha sorprendido. Algunos de sus trabajos de la época (en especial Videodrome) me resultane demasiado densos, empalagosos. Scanners, en cambio, no traiciona las marcas de fabrica del director pero sabe situarse en un terreno mucho más dinámico (llamadle comercial si queréis). Por un lado tenemos la clásica interacción (siempre brusca, violenta y bizarra) del hombre con su entorno. Cameron Vale, como buen personaje Cronenbergiano se funde con la maquinaria (esta vez informática, a través de la linea telefónica) y debe superar las barreras de su propio cuerpo en esos magistrales duelos telepáticos. Pero, por otro lado, tenemos una estructura de Thriller de acción: en los primeros 20 minutos tenemos una cabeza que explota, un tiroteo y un coche estalla en llamas en un choque tras una persecución. Eso es ir al grano.
Scanners es una de las mejores obras de Cronenberg en tanto que permite su lectura desde distintos frentes, tanto si se lee como una cinta de ciencia ficción, de acción o como un retorno a la filosofía de Nietzsche (el superhombre y la necesidad de destruir al padre) o como mera distracción. Aunque, eso sí, sin traicionar jamás el espíritu de su director.
Esta es, en definitiva, una película mucho más moderna de lo que parece y tiene mucho en común con nuestro cine actual. Sobretodo si tenemos en cuenta las 4 secuelas bastardas que se generaron tras su estreno.
Lo mejor: el duelo final entre Stephen Lack y Michael Ironside
Lo peor: su diseño de producción está totalmente desfasado
Esta película me ha sorprendido. Algunos de sus trabajos de la época (en especial Videodrome) me resultane demasiado densos, empalagosos. Scanners, en cambio, no traiciona las marcas de fabrica del director pero sabe situarse en un terreno mucho más dinámico (llamadle comercial si queréis). Por un lado tenemos la clásica interacción (siempre brusca, violenta y bizarra) del hombre con su entorno. Cameron Vale, como buen personaje Cronenbergiano se funde con la maquinaria (esta vez informática, a través de la linea telefónica) y debe superar las barreras de su propio cuerpo en esos magistrales duelos telepáticos. Pero, por otro lado, tenemos una estructura de Thriller de acción: en los primeros 20 minutos tenemos una cabeza que explota, un tiroteo y un coche estalla en llamas en un choque tras una persecución. Eso es ir al grano.
Scanners es una de las mejores obras de Cronenberg en tanto que permite su lectura desde distintos frentes, tanto si se lee como una cinta de ciencia ficción, de acción o como un retorno a la filosofía de Nietzsche (el superhombre y la necesidad de destruir al padre) o como mera distracción. Aunque, eso sí, sin traicionar jamás el espíritu de su director.
Esta es, en definitiva, una película mucho más moderna de lo que parece y tiene mucho en común con nuestro cine actual. Sobretodo si tenemos en cuenta las 4 secuelas bastardas que se generaron tras su estreno.
Lo mejor: el duelo final entre Stephen Lack y Michael Ironside
Lo peor: su diseño de producción está totalmente desfasado
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