En el ejemplar de la revista Dirigido Por de Noviembre de 2007, Ramon Freixas alavaba la última película de los hermanos Farrelly, Matrimonio Compulsivo, como el tercer punto de apoyo de ese gran trípode que ha alzado la comedia en el último año junto a Supersalidos y Lío Embarazoso. Creo que su análisis es más que acertado, pero siento discrepar con su opinión.
Ya hablé un poco del tándem made in Judd Apatow en Nuevos aires para la comedia y dejé claro mi estima por esas dos películas, pero ahora que he visto la nueva de Peter y Bobby, veo que se reafirma mi última frase de aquel post. Para mi, Matrimonio Compulsivo no es más que otro paso de esos escatológicos creadores hacia un aposentamiento más que peligroso.
No veo en sus imágenes nada especialmente novedoso y menos aún una recuperación de sus anteriores logros. Una de sus escenas, esa que gira alrededor de La confusión, es un clon de la misma escena que aparecía en Algo pasa con mary, aunque en aquella ocasión se daba en una comisaria de policía y trataba sobre los autostopistas. Esa fue una secuencia extremadamente divertida y considero que uno de los puntos álgidos de una cinta que, en líneas generales, me aburrió. La nueva versión, en cambio, produce vergüenza ajena. Y no por el personaje de Stiller (eso implicaría una buena puesta en escena) sinó por los directores, pues no hay originalidad, ni chispa ni arrojo algunos.
Esta es una de esas películas ante las que se suele comentar eso de “todos los chistes aparecen en el anuncio” y es verdad. Pero en mi opinión, que me reí mucho más con el trailer que con la película, eso nunca es un problema de quien se encarga de editar el anuncio, si no de la misma película. Esta debería superar sus gags ya vistos para llegar un paso más allá, pero en esta ocasión no es así.
Algo Pasa con Mary (para volver al ejemplo) consiguió desmontar la comedia romántica no a través de la destrucción del modelo si no envenándolo desde dentro, pervirtiendo sus convenciones. El problema es que, desde entonces, los Farrelly se han apoltronado en ese estilo inaugurado por ellos mismos sin darse cuenta que TODA la comedia romántica desde entonces ha asumido esos cambios para crear un nuevo canon genérico. El mundo ha asumido la transgresión y ellos no parecen darse cuenta que ya no son los chicos malos que fueron.
Sí que es cierto que los hermanos han vuelto a sus origenes, pero no para orquestrar otra revolución, sinó para repetir la misma jugada. Lástima que hoy sus grácias sean tan repetitivas, previsibles y, sobretodo, aburridas. Hay gags buenos en Matrimonio Compulsivo, pero son tan escasos y están tan ocultos tras diálogos absurdos que no merecen la pena.
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