Seguramente no soy la persona más adecuada para juzgar esta película. La serie original, de la que solo vi media docena de capítulos, nunca me llegó a enganchar y dejé escapar la primera película sin ningún problema de conciencia. Por tanto, es normal que no me haya gustado la segunda película. No sé lo que opinaran los que sí fueron seguidores de la saga, pero yo, que solo la puedo analizar como un producto aislado e independiente, opino que es una película floja y sin ningún tipo de gancho artístico o comercial.
Seguramente un slogan como Creer es la clave (I want to believe en la versión original) ya no ofrece demasiadas esperanzas de que vayamos a ver una gran película. Me gustaba mucho más el enfrentate a tu futuro del primer film que, por lo menos, insinuaba que el universo Expediente X se debía adaptar a un nuevo medio tras la inminente desaparición de la serie mientras que esta hace un desesperado llamamiento a la fe de sus creyentes.
¿Qué nos ofrece Esta nueva entrega de Expediente X? No tiene mucho sentido analizar esta película como si se tratara de una obra de ciencia ficción. No hay extraterrestres ni ningún otro elemento que permita situar la trama en un entorno mínimamente irreal. Tampoco se salva como thriller porqué la investigación de Mulder y Scully resulta tediosa y aburrida. Hay otros personajes en la película, pero se mueven como si fueran marionetas sin voluntad. El caso médico al que se enfrenta Dana Scully no aporta nada dramáticamente y resulta un lastre por lo trillado de la situación: médico quiere salvar vida de paciente en estado crítico (un niño, por supuesto,) pero no recibe el apoyo de sus superiores para probar nuevas técnicas médicas (me aburro). Finalmente, el poco atractivo que pudiera suscitar la relación entre Mulder y Scully se pierde por el pésimo trabajo interpretativo de Gillian Anderson mientras que David Duchovny (triste pero cierto) resulta de lo mejorcito de la función.
Expediente X fue una serie de culto de los 90 pero hoy no es más que una pálida parodia de aquellos días, un chiste malo que se usa en televisiones de bajo presupuesto para llenar agujeros en las parrillas como si se tratara de Se ha escrito un crimen o Diagnóstico Asesinato. No entiendo cual es la razón que ha llevado a los productores y al director, Chris Carter, 10 años después de la primera película, a desenterrar unos personajes llenos de polvo y que (creo) nadie echaba de menos. Si me dicen que se trata de un piloto para una nueva temporada que al final se ha estrenado en pantalla grande me lo creo. De hecho no hay ninguna diferencia entre Creer es la clave y un capítulo de la serie. No hay ningún elemento en la puesta en escena, en la fotografía, en el guión, en las interpretaciones o en la música que justifique el salto al cine. No estoy hablando (por supuesto), de más y mejores efectos especiales, sino de un uso más inteligente del lenguaje cinematográfico.
Tampoco se trata de una cinta calamitosa. No es para echar a correr, pero parece rodada sin alma ni entrañas ni corazón y el resultado final es el de un producto gris y anodino que no tardará en desaparecer de nuestra memoria.
Lo mejor: la primera escena en el hielo
Lo peor: el resto de escenas en el hielo
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