'Munich', cada vez mejor

Cuanto más pasa el tiempo mayor es el abismo que separa Munich y su competidora en los Oscar de aquel año, Crash, injustamente ganadora de 3 estatuillas (mejor montaje, guión y ¡película!). Hoy parece aun más delictivo que la artificiosa y tramposa cinta de Haggis se alzara por encima de la impresionante obra maestra que rodó Spielberg.

En el momento de su estreno me resultó un poco pesado el tramo central, como si algo se detuviera y costara volver a arrancar. Viéndola hoy no he encontrado nada de eso. La película es densa, cierto, pero está rodada con tanta maestría, vigor y atrevimiento, que resulta imposible no dejarse cautivar por sus imágenes.

Nunca he sido fan de Spielberg y siempre le he admirado con reservas. Ha dirigido obras maestras, pero por cada una hemos tenido que tragarnos un par de trabajos comerciales de calidad más que dudosa. Pero ante Munich, una obra alejada totalmente de su sello característico, no tengo otra opción que sacarme el sombrero.

A ratos casi parece un film de Scorsese o de Coppola por su intenso retrato de la familia (sea como clan, como etnia o como simple grupo de trabajo), por la importancia de ritos culinarios o sociales y por el incisivo uso de la violencia. Resulta interesante ver a Spielberg en este terreno, pero además, consigue una obra dolorosa, veraz (la mezcla de ficción y vídeos reales es impresionante) y sincera.

Todo roza la perfección. Además de presentar una maravillosa recreación de la época (vestimenta, texturas y coloers), cuenta con un puñado de personajes realistas interpretados por unos actores en estado de gracia. No solo Eric Bana, quien ofrece una de sus mejores interpretaciones. También Daniel Craig (que le den a James Bond), Ciarán Hinds (que ya demostró lo que es capaz de hacer en pozos de ambición) y Mathieu Kassovitz, además de los muchos otros secundarios.

Y si Munich no es un 10 es debido a un par de situaciones que no deslucen el resultado pero sí que le añaden imperfecciones. La primera, por inverosímil, es el encuentro en un piso franco de Atenas de dos grupos de terroristas, unos palestinos, otros israelíes. No quiero dudar de la veracidad de ese momento. No sé si el autor de Venganza, obra que inspira la película, tuvo información contrastada del momento, pero Spielberg no la afronta con la suficiente intensidad y queda fofa, falsa. Sin duda es necesaria para mostrar lo absurdo de la guerra que libran y que afectará a la evolución del personaje de Bana en los minutos finales pero, como digo, tiene un punto de comicidad involuntaria que no le sienta nada bien. La segunda es el montaje paralelo entre Bana, en cama y con su mujer, y la matanza final de los deportistas israelíes. Después de escamotear el momento del helipuerto durante toda la película, creo que hubiera sido mejor insertarlo de una forma distinta.

Pero, como digo, estos son simples peros en una obra impresionante y deslumbrante que debería pasar a la historia como una lección de cine. La cinta está llena a rebosar de escenas rodadas con una energía y una precisión únicas. Su proyección debería ser obligada para cualquiera que quiera aprender algo sobre montaje, composición o producción cinematográfica.

Lamentablemente, es Crash la película que lleva la etiqueta de OSCAR 2006 y, por extensión, la que recibirá una mayor presencia a nivel mediático. Una lástima.

Lo mejor: la selección de actores
Lo peor: algún momento Spielberg


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