Cada lunes Antena Neox emite el espacio La Noche Sundance, donde se proyectan películas poco comerciales seguidas de un breve reportaje con comentarios de personajes vinculados al mundo del cine. No sigo asiduamente su programación pero el pasado lunes pillé, casi sin querer, los últimos 15 minutos de Henry: retrato de un asesino. Después de la película me quedé a ver las opiniones de los ‘invitados’ entre los que destacaban el habitual Ángel Sala, director del Festival de Sitges, y Jesús Palacios (por fin te veo después de leerte tanto). Lo que más me sorprendió fue comprobar que el primer visionado de Henry significó, para ellos, hace años, una experiencia tan impactante como lo fue para mi.
La primera vez que oí hablar de esta película fue cuando tenia unos 16 años. En aquella época me aficioné a ver películas de terror y gore y consumía todo lo que encontraba en los videoclubs. En uno de los trailers de alguna de esas cintas (no recuerdo cual) vi el primer anuncio de esta película: a través de la mirada subjetiva de la cámara pasabamos de unas sábanas manchadas de sangre hasta el cuarto de baño, donde veiamos una mujer muerta sentada al lado de la pica. Estaba prácticamente desnuda, con la ropa interior rasgada y una botella de cristal incrustada en la cara. La cámara se acercaba tanto que podiamos ver, en un doloroso primer plano, su rostro mutilado por la herida. (Podéis buscar la escena por internet, yo no voy a poner la foto aquí)
Como decía, estaba acostumbrado a ver sangre, sesos, amputaciones y todo tipo de excesos en el cine de terror y también de comedia, pero esa imagen era tan extrema, tan realista que me causó un impacto terrible.
Tiempo después encontré una copia de Henry entre unos saldos. Descubrí que la escena del trailer era solo la punta del iceberg de algo terrorífico y peligroso. Sin lugar a dudas, Henry: retrato de un asesino es la película más realista, oscura, tenebrosa y desagradable que he visto jamás dentro del cine de terror. Lo que la hace tan contundente es su aspecto realista y su nulo sentido del humor. De pronto, todos los Serial Killers del pasado (Jason, Freddy, Mike Myers...) a excepción de Leatherface de La Matanza de Texas pasaban a ser cosa de fantasía. Henry era (más allá de la falsificada historia en que se basa la película) algo real.
El trabajo de su director, John Mc Naughton es un duro puñetazo al estómago del espectador. Su montaje carece de filtros y efectismos, lo que implica que debemos mirar, cara a cara, todo el mal que aparece en la pantalla. Además, lo que la hace una película tan traumática es su capacidad de implicarnos emocionalmente con los personajes. Y no hablo de sentir misericordia por las víctimas sino de un incómodo acercamiento a los asesinos. El director nos sitúa en una encrucijada en que, al mismo tiempo que rechazamos las actividades delictivas de Henry, nos obliga a posicionarnos a su lado en ciertos momentos.
La Matanza de Texas se estrenó en 1974 y hasta 1986, momento en que se estrenó Henry: retrato de un asesino, ninguna otra película habló con tanta frialdad y crudeza de lo que es realmente una cinta de terror. Y quiero añadir (es una opinión personal) que hicieron falta 20 años más para que alguien produjera un producto de igual impacto: Las colinas tienen ojos el remake de Alexandre Ajá del original de Wes Craven.
Para ir acabando, solo quiero decir que hace muchos años que no pensaba en esta película, pero en cuanto la vi por televisión me di cuenta que no ha perdido ni un ápice de su capacidad para impactar al espectador. Quien quiera pasar un mal rato, no se la debe dejar escapar. Y olvidaros por un rato de zombies modernillos, vampiros y otras tonterías del cine actual. Esto es auténtico cine de terror.
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