Es común que cuando arranca un proyecto se le ponga un nombre provisional (baste recordar que la nintendo wii se llamaba Revolution y que la N64 se llamaba Dolphin). A veces, y ese es el caso de Cloverfield, una película se queda con el nombre del proyecto. Pero que a nadie se le ocurra nada mejor y que Cloverfield signifique literalmente Campo de Tréboles no implica que yo tenga que titular el post con un nombre tan gilipollas como Monstruoso. Si hemos podido sobrevivir con Blade Runner y Black Snake Moan también podremos sobrevivir con Cloverfield. Y una vez aclarado esto, volvamos a lo que interesa.
A Hollywood le encanta eso de remakear películas europeas que han tenido éxito y uno de los últimos ejemplos es el de REC de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Quizá no se han dado cuenta que la misma premisa que tuvo REC y que se reflejará en Quarantine ya la encontramos en este Cloverfield. La película está rodada con el mismo formato que la de Balagueró y muestra a través de la estética y el ritmo de una película casera, una situación própia del cine de grandes estudios. Pero en esta ocasión, el director Matt Reeves va mucho más lejos y muestra como Nueva York cae bajo el ataque de un imposible monstruo.
Siempre intento analizar el cine de forma racional, justificando mis opiniones pero, en este caso, la propuesta es tan impresionante que no he tenido más remedio que rendirme ante ella. Quizá a tren pasado sea fácil reprocharle algun exceso de fantasía o huecos en el guión. Resulta imposible que alguien que no sea un reportero pueda reflejar tan bien la realidad y se nota que la película debe parte de su efectividad a la posterior edición de kevin Stitt. Pero las escenas estan tan bién rodadas que resulta imposible no dejarse llevar durante su cortísima durada. Los efectos especiales son excelentes, las actuaciones creíbles y la sensación de horror y de pánico que transmite es apabullante. La grabación amateur genera una atmósfera espectacular sin principio ni fin, sin trama visible, borrando antiguos recuerdos a medida que avanza en un poético montaje paralelo. Pero, además, contando con monstruos descomunales, ejércitos en lucha, tanques, barricadas y cientos de extras moviendose a toda prisa por el escenario.
Hacía tiempo que el cine de monstruos americano no ofrecía nada bueno. King Kong, Godzilla, Mandíbulas, Anaconda o Deep Blue Sea son ejemplos de que algo estaba realmente encallado en este terreno. Y no es casual que quien haya conseguido desencallarlo sea J.J.Abrams, un tipo obsesionado con revolucionar el medio audiovisual. Después de dar una patada al enquilosado género televisivo con Perdidos ha decidido llevar el cine un paso más allá. De hecho, podemos decir que, en síntesi, y más allá de las formas, tanto la película como la série hablan de lo endebles que resultan nuestras percepciones sobre el mundo. De un día para otro, todo aquello que creíamos conocer se desmorona sin darnos tiempo a comprender las razones. Lo ireal se hace presente en medio de nuestra rutina y debemos aceptarlo sin más, sacando a relucir lo que llevamos dentro. El cine de zombies lleva décadas alimentándose de esta idea pero Abrahams lo hace con estilo y, nos guste o no, creará una escuela y generará montones de imitadores.
Siempre intento analizar el cine de forma racional, justificando mis opiniones pero, en este caso, la propuesta es tan impresionante que no he tenido más remedio que rendirme ante ella. Quizá a tren pasado sea fácil reprocharle algun exceso de fantasía o huecos en el guión. Resulta imposible que alguien que no sea un reportero pueda reflejar tan bien la realidad y se nota que la película debe parte de su efectividad a la posterior edición de kevin Stitt. Pero las escenas estan tan bién rodadas que resulta imposible no dejarse llevar durante su cortísima durada. Los efectos especiales son excelentes, las actuaciones creíbles y la sensación de horror y de pánico que transmite es apabullante. La grabación amateur genera una atmósfera espectacular sin principio ni fin, sin trama visible, borrando antiguos recuerdos a medida que avanza en un poético montaje paralelo. Pero, además, contando con monstruos descomunales, ejércitos en lucha, tanques, barricadas y cientos de extras moviendose a toda prisa por el escenario.
Hacía tiempo que el cine de monstruos americano no ofrecía nada bueno. King Kong, Godzilla, Mandíbulas, Anaconda o Deep Blue Sea son ejemplos de que algo estaba realmente encallado en este terreno. Y no es casual que quien haya conseguido desencallarlo sea J.J.Abrams, un tipo obsesionado con revolucionar el medio audiovisual. Después de dar una patada al enquilosado género televisivo con Perdidos ha decidido llevar el cine un paso más allá. De hecho, podemos decir que, en síntesi, y más allá de las formas, tanto la película como la série hablan de lo endebles que resultan nuestras percepciones sobre el mundo. De un día para otro, todo aquello que creíamos conocer se desmorona sin darnos tiempo a comprender las razones. Lo ireal se hace presente en medio de nuestra rutina y debemos aceptarlo sin más, sacando a relucir lo que llevamos dentro. El cine de zombies lleva décadas alimentándose de esta idea pero Abrahams lo hace con estilo y, nos guste o no, creará una escuela y generará montones de imitadores.
Lo peor: que habrá una segunda parte
Lo mejor: todo lo demás
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