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Frank Darabont consiguió el respeto que hoy ostenta en Hollywood gracias a Cadena Perpetua (1994) y a La Milla verde (1999), sobrias adaptaciones de novelas de Stephen King que tocaban poco o nada la temática fantástica. Después del fracaso que supuso The Majestic (2001), muchos creímos ver en esta Niebla un retorno a terrenos más seguros, pero los primeros veinte minutis de cinta muestran que la intención del director no es, ni mucho menos, la de repetir viejas rutinas.
La película está mucho más cerca de El Terror no tiene forma (1998), de Chuck Russell y con guión del própio Darabont, que de los dos trabajos citados. Encontramos el mismo punto de partida absurdo, los mismos monstruos irreales, efectos especiales imposibles, personajes que son poco más que caricaturas y, en definitiva, el mismo tono de serie B que ya homenajeava la cinta de Russell.
Así pues, las diferencias que hacían de aquella una película simpática pero mediocre y de esta una obra excepcional no son temáticas sinó tonales. La Niebla no hace ni picza de grácia y las pocas notas de humor provienen, precisamente, del reconocimiento por parte del espectador de los codigos cinematográficos tópicos en las situaciones y personajes que aparecen en pantalla. Nos encontramos ante un pesimista retrato sobre la condición humana donde lo importante no es quién nos invade sino como reaccionamos ante una amenaza externa y que no podemos controlar. El actor Tomy Jones dice en una escena: "pon a dos hombres en una habitación y pronto encontrarán algo sobre lo que discutir". Y eso es lo que pasa dentro del frágil supermercado donde se atrincheran los personajes. No conviene desvelar la trama, pero podemos decir que si todos los personajes hubieran hecho un esfuerzo por trabajar juntos, nadie habría salido malparado. Pero los errores imperdonables que cometen una y otra vez hacen que vayan caíendo como moscas y los llevan a vivir un auténtico infierno.
Incluso el espectador, que acepta aquello que propone el protagonista (excelenta Thomas Jane) y rechaza la opinión de la señora Carmody (aún más excelente Marcia Gay Harden), se vé obligada a cuestionarse su voto de confianza al llegar a un final desoladro, cínico y cruel. Un final tan desconcertante como el de En la boca del miedo, de John Carpenter, y que demuestra que Darabont los tiene muy bien puestos.
La fructífera obra de Stephen Kint ha propiciado buenos filmes como El Resplandor, Cujo, Carrie, Cuenta Conmigo, Creepshow, La zona Muerta... pero también bodrios incontestables como The Tommyknockers, Miedo Azul, Thinner, The Langoliers... y, curiosamente, es en este segundo sector donde mejor encaja La Niebla. Y es que, no nos engañemos, no se trata de una pomposa reflexión alrededor de un género como la que hizo Tarantino en Death Proof. Darabont es inteligente y arriesga mucho, muchísimo, al tejer un discurso incómodo y radical, pero realmente La Niebla ES una película de serie B. Aunque en honor a la verdad, hay que decir que es la mejor película de serie B que hemos visto en décadas.
Lo Mejor: el atrevimiento de su director
Lo Peor: no ganará con un segundo visionado
La película está mucho más cerca de El Terror no tiene forma (1998), de Chuck Russell y con guión del própio Darabont, que de los dos trabajos citados. Encontramos el mismo punto de partida absurdo, los mismos monstruos irreales, efectos especiales imposibles, personajes que son poco más que caricaturas y, en definitiva, el mismo tono de serie B que ya homenajeava la cinta de Russell.
Así pues, las diferencias que hacían de aquella una película simpática pero mediocre y de esta una obra excepcional no son temáticas sinó tonales. La Niebla no hace ni picza de grácia y las pocas notas de humor provienen, precisamente, del reconocimiento por parte del espectador de los codigos cinematográficos tópicos en las situaciones y personajes que aparecen en pantalla. Nos encontramos ante un pesimista retrato sobre la condición humana donde lo importante no es quién nos invade sino como reaccionamos ante una amenaza externa y que no podemos controlar. El actor Tomy Jones dice en una escena: "pon a dos hombres en una habitación y pronto encontrarán algo sobre lo que discutir". Y eso es lo que pasa dentro del frágil supermercado donde se atrincheran los personajes. No conviene desvelar la trama, pero podemos decir que si todos los personajes hubieran hecho un esfuerzo por trabajar juntos, nadie habría salido malparado. Pero los errores imperdonables que cometen una y otra vez hacen que vayan caíendo como moscas y los llevan a vivir un auténtico infierno.
Incluso el espectador, que acepta aquello que propone el protagonista (excelenta Thomas Jane) y rechaza la opinión de la señora Carmody (aún más excelente Marcia Gay Harden), se vé obligada a cuestionarse su voto de confianza al llegar a un final desoladro, cínico y cruel. Un final tan desconcertante como el de En la boca del miedo, de John Carpenter, y que demuestra que Darabont los tiene muy bien puestos.
La fructífera obra de Stephen Kint ha propiciado buenos filmes como El Resplandor, Cujo, Carrie, Cuenta Conmigo, Creepshow, La zona Muerta... pero también bodrios incontestables como The Tommyknockers, Miedo Azul, Thinner, The Langoliers... y, curiosamente, es en este segundo sector donde mejor encaja La Niebla. Y es que, no nos engañemos, no se trata de una pomposa reflexión alrededor de un género como la que hizo Tarantino en Death Proof. Darabont es inteligente y arriesga mucho, muchísimo, al tejer un discurso incómodo y radical, pero realmente La Niebla ES una película de serie B. Aunque en honor a la verdad, hay que decir que es la mejor película de serie B que hemos visto en décadas.
Lo Mejor: el atrevimiento de su director
Lo Peor: no ganará con un segundo visionado
tienes un blog muy interesante me ha encantado poder visitarlo sigue asi,te invito a visitar mi blog y a devolverme el comentario,gracias y suerte con tu blog
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