'Hellboy II'

Hellboy II es como el Episodio I de Star Wars pero divertida. Es todo lo que tendría que haber sido el universo de Lucas en la última saga hasta la fecha pero que luego resultó ser pura basura. Encontramos aquí el mismo deliro visual, toneladas de FX y de maquillaje, mundos enormes plagados de personajes imposibles, ilustres estirpes de luchadores que se defienden a base de espadas... La diferencia es puramente de tono. Guillermo del Toro es capaz de mirar las cosas bajo un prisma de permanente cachondeo y, por mucho que él adore a Hellboy, sabe que no está realizando la obra maestra definitiva del cine fantástico.

La segunda incursión del director mejicano en el terreno Mignola es una hipervitaminada, glotona y autoparódica cinta de aventuras fantásticas que sirve de réplica al Señor de los Anillos de Jackson y a todos sus hijos bastardos. La película arranca, como no podría ser de otra manera, con la habitual leyenda contada en off, de luchas milenarias entre hombres y elfos por el control de la tierra y bla, bla, bla. La curiosidad es que las imagenes, pese a ser digitales, pese a ser impresionantes, no son realistas. La lucha se muestra a través de los ojos de un preadolescente Hellboy (aquí la oscarizada Montse Ribé) que vé a los combatientes como muñecos de madera y trapo y el mítico ejército dorado como maquinas de hojalata brillante. La idea es clara: Hellboy II no es otra cosa que un aparatoso juego, un pasatiempos descomunal.

El director vuelve a incurrir en un tema que ya aparecía en la sobrevalorada El Laberinto del Fauno, la delgada frontera que separa el mundo real y la fantasía, pero en este caso va directo a lo que interesa y en un simple plano (Luke Goss practicando con la espada cuando aparece por detrás el metro de Nueva York) nos explica que aquella leyenda y aquél mundo imaginado son, en realidad, el nuestro. Hellboy II Es una película divertida y emocionante. Tiene algunas escenas de acción deslumbrantes y un apartado gráfico prodigioso (el maquillaje es simplemente perfecto).

No hay que buscarle mucho más a esta cinta. Supera con creces a su predecesora y alza el nivel medio del cine veraniego. La intriga palaciega es suficientemente inteligente y los personajes (todos, incluso los malvados) resultan la mar de simpáticos. En ocasiones recuerda un poco a la saga Men in black pero a Del Toro no le funcionan tan bien los gags de forma vs fondo de aquella. La especialidad del mejicano son las bromas grotesca y tontorronas (aunque sean a costa de un tumor) que consiguieron arrancarme más de una risotada.

Lo mejor: la lucha contra la planta
Lo peor: el chiripitifláutico doblaje español

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